jueves, 20 de febrero de 2025

fantasía

  Si no te nombré todavía es porque nombrarte es decir fantasía y sé de sobra que tengo que dejar eso de lado. Nuestros caprichos también se cansaron de que les andemos con rodeos, que un fin de semana leyendo juntos, escuchá esto, qué pensás del amor y el deseo, podríamos convivir felizmente, pero dónde, yo al mar no pienso ir y yo quiero morir acá, la promesa de tener una hija si no funciona todo lo demás, la certeza sincera de que la amaría porque sólo se podría amar a una personita hecha con tus genes y los míos, la llevaríamos con nosotros de viaje, vos le hablarías de las tantas cosas que te apasionan y preocupan y ella te miraría admirándote, queriendo atrapar esas inusuales palabras que usás. 

maravilla

    La cara de Evita en ese bar, el otro con las sillas y las mesas que hay en las escuelas, ¿vos volverías a la secundaria?, una bruja que no llegué a ver, Si gana Milei perdemos todos, la santa rita que detuvo el sol mientras nos besábamos, los lugares a los que entramos buscando pabilos y parafina -teníamos el fuego para encender cualquier vela- la panadería de la esquina donde desayunamos, los pétalos de rosa la primera tarde, el diciembre en el que fuimos campeones, ese mismo día un poco más tarde salir de la habitación llena de espejos cantando Muchachos, la tormenta, tu silbido en plena calle, la canción de Los Piojos, querer quedarme, como siempre querer quedarme, tener que irme, caminar sin saber por dónde, recorrer Avenida Corrientes con un taxista que me dice No hay que tener miedo, no tener miedo, el puente verde, vos yéndote solo entre un montón de ojos, la calle Borges, una pastilla que me dejó efectos secundarios durante meses, flores, sahumerios, el hombre dormido frente a mí y todo para que ahora vuelva tu mano, sólo tu mano desde lejos, sólo una y cerrada, entonces yo tener que abrirla, entonces yo dedo por dedo hasta ver los cinco extendidos y en el centro una flor violeta, eso me traés, una flor violeta que vi al borde del camino y sostuve con ternura, es hermosa sí, pero está seca, ¿no te da pena que esta porción de maravilla ya no desprenda luz? 

roble

El sol estira su lengua roja
/parece un orgasmo/ 
¿cuántas cuerdas tendríamos si fuéramos un instrumento? 

lo que decís desprende raíces las veo 
a medida que soltás 
                            las palabras 
son mi espada 
y la punta afilada me mira a mí. 

La noche en la que manché tus sábanas con risa 
y dejé besos en los espejos 
todavía existe. 

Ya se sabe: vos sos mi chico de roble. 

Ahora llevo tu mano en un papel 
con el que me abrigo los domingos. 

Cada vez que te miro, despierto 
y un cóndor andino se posa en mi espalda. 

Lo que queda fuera de este círculo inocente es falso 
son falsos los relojes y los trámites 
las rupturas y los cuerpos fríos. 

Esos puntitos rojos son de sangre 
pero no te asustes: 
mi sangre es dulce.

¿Tus células también titilan después de tocarme? 

Sosteneme
quiero sacarnos una foto desde acá 
creo que nunca estuvimos tan alto. 

enorme

Esto es sublime dijiste 
y se apagó la luz de tu aullido
la madrugada es lo peor
para los dolores del corazón

Hasta mañana, mi amor 
Ay, 
¿dónde aprendiste a hacer eso?

Soy un animal que se escabulle 
y espera de espaldas 
que llegue el sol

Es enorme esta casa sin vos
¿Vas a acordarte de mí?
Todo el día
todo el día voy a acordarme 
de nuestro sonido 

Es enorme esta cama 
                   este pueblo
                   esta ruta

Es enorme este cuerpo sin voz.

hechizo

Húmedo el sol 
cae sobre nosotros
aviva mis pies
acaricia tus manos que acarician 
una guitarra afinada y verde 

antes jugamos con las voces
una pantalla nos devolvía La Si Re
fantaseé con decirte algo por primera vez
algo que despierte tu media sonrisa

Me encanta cómo te queda mi ropa
me queda grande
tu ropa, aterriza directo en mi piel
todo este otoño rebelde 

tus ojos son más azules en el patio
decís Cìclope 
y entonces lo esperado: 
jugamos al cíclope
la historia detrás de la frase
Julio detrás de todo
vos detrás de mí
yo detrás de tu voz de tu boca de tu forma de tocar 

¿qué favor le hicimos a las noches? 

alguien nos ve por su espejo retrovisor: somos dos encandilados 
que se besan al margen de la ruta

Suspendido, te vas
Se queda conmigo el sabor del hechizo que no nos deja dormir.

sl

Hacia el lado izquierdo del mapa
se inclina mi alma
¿la ves
volando entre los cóndores?
se expande se esparce se deja 
caer 
sobre las tibias piedras que juntan verano

y ahí 
en medio de esta Argentina 
que abriga
que contiene
que me ofrece sus manos de madre 
ahí 
en medio de los arroyos que siguen 
sonando de noche
bailo canto y observo 
respiro 
hago silencio 
ejercito la memoria la paciencia la esperanza 
imagino a los que quiero 
                                       cerca 
de esas flores
de esos frutos 
de esos juncos que dibujan líneas rojas

¿estará esperándome la ventana,
el aroma a invierno 
la taza caliente?

¿estarán soñándome también 
todos los atardeceres 
de esa vida que me queda 
por delante?

allá va la ruta que transitamos juntos 
esa en la que sentiste que volabas

¿nos bastará todo aquel cielo
para desplegar las alas,
para hacer nido
para regalarnos 
el sol que merecemos?

martes

y nos contamos la vida en los recreos
entre música escrita y libros cerrados
y no sé si afuera llueve o hay sol 
qué piensan los que escuchan cómo reímos
por qué vos y por qué yo
por qué acá y por qué ahora
por qué se cortó la luz la primera vez 
que te sentaste a hablar conmigo
por qué nos quedamos a oscuras y seguimos 
jugando a que no cuando en realidad sí
por qué esas veces en la plaza
por qué aquella en otra ciudad
por qué mi corazón sonriendo desde abril
por qué yo diciéndote no te pongas nervioso
y vos diciéndomelo también a mí pero en silencio, 
con gestos, casi un tomá, esto es para vos
como las flores, el mate con miel o 
este poema que no sé si mostrarte
sólo para que sepas que hoy
está silencioso este lugar, falta nuestra risa
faltan tus ojos trayéndome un poco de cielo despejado
de esperanza para el mal de amores,
de un secreto que nadie, ni nosotros sabemos
de algo que nos pasó y vamos a contarnos 
el martes después de decirnos buen día.

óxido

 La ciudad se oxida lejos de vos quiero que una nave espacial me deposite en tus brazos anido en un espacio celeste recuerdo otro con los mismos azulejos ¿quién escucha ahora el suspiro que soltamos ahí? ¿por qué tarda tanto en llegar el sol? ¡estamos exhaustos! Un año después esta casa que armamos tiene techo y vidrios limpios, pronto crecerán las flores. A mi nombre favorito le salieron espinas, si alguien lo dice se retuercen mis pestañas ¿qué estarán tocando sus manos enormes? Renuncio. Escribo una nota en piloto automático, me felicitan, me desean suerte, me dicen que confíe. De ocho a doce unimos corazones rotos ¿a ellos les duele lo mismo? Venerar la memoria nos encanta y nos lastima. Suelto un deseo al aire: que me bese un ángel con tu cara.

distancia

Riobamba y vos llorás
en una habitación a la que
hoy no llego, estoy con el tiempo justo

esperame dice
una voz en el tren
voy a buscarte calla

El fuego tiene el olor de lo que quema

¿olés mi piel
incendiándose
desde donde estás?

otra

 Lo que golpea mis órganos es el pasado mirándome a los ojos es mi voz hablándole desde el hoy tendrías que ver como me tiemblan las manos cómo se agrietan mis labios me muerdo para no nombrarte pero vos estás en todo ¿qué pasa si quiero apagar la memoria? ¿vas a amarme menos cuando juegue a ser otra? mi risa suena diferente después de la cena caigo en una pileta fría y vos no estás para llevarme flotando de punta a punta ¿viste el filo que tiene ahora esa canción? no sé por qué sigo usando esta ropa mi cuerpo perdió la forma que tenía es más largo es más fino es más suave es menos real quizás cuando vuelvas ya no exista.

caída

Resisten el frío la ausencia las horas de espera
resisten los domingos la mañana de los lunes
las canciones que golpean las que traen
algún recuerdo del tiempo cerrado
resisten las curvas las hileras de autos en pausa
resisten la llovizna el sol quemándoles la piel
resisten el olor que desprenden los cuerpos fusionados
la crueldad
los continuos abandonos
resisten su apego a la falta no saben
si resistirán la caída
la eterna repetición de memorias
las palabras que esperan a la vuelta de la esquina
toda una ciudad recordándoles lo que fueron.

ruidos

   Estaba bien probándome zapatos que no vas a conocer usando un vestido que no vas a sacarme mirándome en un espejo sin tu barba pinchándome la cara un día soleado pleno octubre y de repente desde atrás del mostrador una voz de la radio que amé durante años pero ahora me clava un puñal desde donde vos estás ¡Cierto! ¡Esa parte del mapa sigue existiendo! Seguís corriendo a lugares que no te hacen feliz yo camino más lento asisto a lugares me encuentro con desconocidos me río de cosas que quisiera contarte pero en cambio silencio no quiero escuchar nada de la banda que me recuerda a vos no quiero pensar en la fecha que se acerca ¿te acordás? hace un año compartimos media hora de nuestras vidas y fue suficiente para enamorarnos a dónde se va lo que amamos cuándo dejaré de sentir ese empujón cada vez que alguien nombra tu ciudad cómo voy a volver a hacer todo a ser todo a sentir todo a creer en alguien cuando me diga Quiero estar con vos.

combate

 Las espinas son mágicas eso dijo piedritas vidrio y arroz ruido de lluvia cierren los ojos me da vergüenza y miedo estoy indefensa estoy en un círculo de cinco mujeres hablando del primer amor estoy pronunciando un nuevo nombre todo el día estoy leyendo a oscuras un texto que me duele alguien me escucha alguien me dice que se puede cantar con una bala en el pulmón ¿para qué usarías mi coraje si te lo regalara? ¿qué es capaz de hacer el tuyo? Ese combate se cumple en varios planos me niego a ceder ante el estímulo de la herida desde hoy lo que duele no nos atrae.

despedida

  esa mañana vi la foto de un atardecer que no esperaste conmigo, me contaste dónde era y con quién estabas, nos miramos sabiendo que habíamos tenido toda una vida antes de nosotros y que íbamos a tenerla después, aunque no quisiéramos que llegara nunca esa despedida. vos sabías que yo tenía que irme en dos o tres años, que era tiempo suficiente para darnos lo que teníamos que darnos, esas risas, esas caminatas, esos silencios cómodos en los que nos encantaba descansar. si algo habíamos aprendido era eso: todo lo que teníamos era un tiempo que pasaba demasiado rápido y nos dejaba esperando la próxima semana, ya no queríamos sábados ni domingos, ni siquiera queríamos el viernes, solamente esos tres días en los que podíamos recuperar los años perdidos. y era lindo escucharte entrar, adivinar tus movimientos y mirar para abajo antes de que llegaras solo para autoregalarme ese momento de levantar la vista y verte ahí, asomado detrás de los cuadraditos de la puerta, era lindo porque lo intentabas, porque venías y dejabas tus cosas en la mesa como si fuera toda tuya, y eso hizo que lo fuera, que te la ganaras con los meses, como te ganaste el visto bueno de los demás, mis confesiones más avergonzantes, esas esperas a la sombra y todos los poemas.

orilla

La velocidad borra la empatía
el cemento trepa cubre la piel te vuelve más
duro, el golpe es uno más entre todos
los golpes ya ni suenan
como esas palabras que se dicen a contrarreloj
y al final del día ¿te das cuenta?
no pudiste ver el cielo, las flores
alguien que te quería de verdad
llora de noche buscando respuestas
puede escribirlo todo pero siempre será ficción
menos dramática, menos fantástica
el milagro tiene que ver con la solicitud
de uno con uno, es una especie de plegaria personal:
que los sensibles y profundos amores no vuelvan a caer
en manos agujereadas, que se comprenda el valor
de lo que se construye con los años, que todos los corazones festejen
cuando alguien así llegue a su orilla, que lo abracen,
que no lo olviden.

soñada

Yo te soñé
vos llegaste en septiembre
te trajo la lluvia no sé desde dónde
te detuviste en un lugar en el que yo no estaba
te conocí por una foto
y después ahí en el patio
tenías cicatrices heridas
de tormenta y viento
te nombraron con el único nombre que tenías que tener
te dijimos esta es tu cama y lo respetaste hasta el invierno
cuando tuvimos que reunirnos para no caernos

¿vos sabías?
¿por eso dormías tan cerca de mí?

yo sabía que vos me esperabas te veía
sonreír desde la ventana
me saltabas olías
todo lo que yo llevaba
te habías aburrido, habías movido las cosas de lugar
habías llenado el piso de yerba, harina, servilletas de papel
lo hacías para que te preguntara ¿qué hiciste?
y vos me miraras de costado, culpable
de extrañar una voz un aroma
una presencia que colme tus ojos
que deje sin color a la tristeza
no podía retarte de verdad
habías aprendido eso de mí
alguna de las noches en las que nos quedamos solas
y bailamos comimos cantamos nos reímos juntas en la cara del dolor
porque nos teníamos
teníamos algún poema para leer en voz alta
algún poema que sonaba cada vez mejor
como el de las manos, el del espejo, el de la cebolla
todos los escuchaste mirándome
y yo no tuve que explicarte nada
porque vos sentías lo mismo
y ahora que te escribo esto
estoy al sol como vos a la mañana
y casi cierro los ojos
y casi dejo de llorar
y casi te escucho viniendo a quererme
a cuidarme
a secarme las lágrimas.

28

 Te encuentro a mitad de camino
una nube de polvo nos envuelve
esta gente trabaja en loop
ya te tomo la orden
¿a dónde van tan apurados?
podríamos hacer una playlist con todas
las canciones que sonaron mientras nos besábamos
sos muy lindo sos muy lindo
ya te extraño y todavía no me fui
me resulta divertido esto de contarte todo
como si vos no fueras el protagonista
¿cómo se conocieron?
quiero dejarte un cartelito que diga gracias
confirmo: el 15 es el peor
llegó demasiado rápido a la esquina de la despedida
quedó sonando en él nuestro diálogo rosa
yo te amo
no te duermas
sé que va a atraparte la noche
esa muerte egoísta
sé que voy a deambular sola por una ciudad a oscuras
un chico con tu voz me dice casi al oído estoy yendo
y yo giro esperando ver tus ojos
pero ni se le parecen
él no es como vos
él no me lleva de la mano al cielo.

terraza

Para vos no tengo espalda
camino entre los vidrios que te vieron pasar
y pienso en cuál de todos te habrás mirado
recuerdo que quise arder y entregarte mis ojos

hermoso, vos dormías y se apagaba el mundo
pero quedaban los ruidos
esos monstruos afilados
por eso a veces cuando amanecíamos
descubrías en mí una lágrima seca
y éramos de oro
porque en vez de irte la besabas

nunca te asustó mi dolor
comprendiste a la perfección
los juegos y los silencios

me mostraste la terraza
de ese edificio en el que no vive nadie
y morimos en todas las habitaciones

ahora la deuda de lo prometido
no me deja escribir
me imagino llegando entre los autos
metiéndome por una rendija de tu persiana
proyectándome con ellos en el techo

es viernes
releí un mensaje tuyo que dice
no tardes, por fa
creo que no voy a poder dormir otra vez.

ida y vuelta

 Hay misterios que se nos revelan cuando renunciamos a la idea de descifrarlos, o al menos así me figuro el hecho de que el martes pasado, inesperadamente, me encontré enunciando la respuesta a una pregunta que me inquietó durante años.
 Aunque suene trivial, el primer intercambio de palabras que tuve con Gastón fue por un cigarrillo. En aquella época teníamos quince años y fumábamos no porque nos gustara si no porque hacíamos todo lo que los demás hacían. Fue así: yo le pregunté si tenía fuego y él dijo que sí y sacó el encendedor de su bolsillo. Entonces, mientras él hacía girar la rosquita, yo sostenía el cigarrillo con mis labios protegiéndolo del viento con ayuda de mis manos ahuecadas. Cuando por fin surgió el fuego seguido por el humo, le agradecí y él sonrió. Desde ese momento pasamos por todos los tipos de relaciones posibles: fuimos conocidos, amigos, mejores amigos, novios y exnovios, pero nunca más volvimos a ser totalmente desconocidos, ni siquiera durante los años en los que estuvo en Uruguay.
   Nuestro noviazgo fue como la mayoría de los amores que comienzan a esa edad: una flecha apasionada cruzada en el medio del pecho con la misma intensidad que ostentan las tormentas de verano más crueles. Lo paradójico fue que se terminó de la misma manera, como si alguien hubiera sacado con fuerza y apuro esa flecha que nos mantenía unidos. 
   Después de varios años, el jueves pasado, en una reunión de amigos que tenemos en común les escuché decir ¿Vieron quién vuelve el lunes?, el flaco, Gastón, ¿vos sabías Cata?, y yo No, por supuesto que no, hace años que no sé nada de él, pero ¿cómo puede ser?, Y sí, ya era hora de que nos extrañe un poco, ¿no les parece?. En ese instante presentí algo que no pude comprender con claridad, su voz lejana volvía a hablarme al oído, pero ¿qué decía, qué era lo que quería decirme?, ah: Hola Cata, cómo va, disculpa la molestia, me gustaría hablar contigo, digo con vos, si no tenés problema, claro, Cata, ¿estás ahí?, ¿me escuchás, Cata?, soy yo, Gastón. Yo, la que llenaba cuadernos enteros con palabras en más de un idioma, me había quedado muda. Cuando reaccioné, ya tenía pautado un encuentro para el día siguiente, a las cuatro de la tarde, en su casa. 
   Otra vez volver a tener quince años, fumar un cigarrillo detrás de otro, ensayar delante del espejo una sonrisa creíble, no forzada, un diálogo cualquiera: Cómo andás tanto tiempo, yo bien, muy bien, no, Catalina, así no, él te va a abrazar antes de que le digas hola, o no vas a aguantar y lo vas a abrazar vos, otro cigarrillo más, cómo podía fumar tanto cuando era chica, ahora van siete y ya me cansó pero es sólo por hoy, porque en estas situaciones se necesita concentrarse en algo más, dibujar figuras con el humo o cosas así. 
   Cuando abrí los ojos ya era martes a la tarde, y aunque no me distanciaban más de veinte cuadras de la casa de Gastón, salí con media hora de anticipación. En el camino mi memoria fue recobrando recuerdos de juventud y mi atado de cigarrillos fue achicándose hasta contener sólo uno. Al llegar a la esquina me detuve y, apoyada en la puerta de una casa en venta, delineé unos círculos humeantes con la boca, solté la colilla y terminé de apagarla con la punta de mi zapatilla. Después di unos cuantos pasos y, con la mano temblorosa, toqué el timbre. Volver a escuchar aquel sonido me estrujó el estómago. De repente, escuché a Gastón aclararse la voz cerca de la puerta y cuando ésta se abrió lo vi: flaco, alto, barbudo y sencillo como siempre. En el umbral nos dimos un abrazo postergado, pendiente, casi ajeno a nosotros. Después de unos minutos me invitó a pasar. Cruzar esa puerta y caminar por el pasillo hasta el living fue como volver a escuchar una canción perdida, descubrir que recordaba cada estrofa y cantarla con la sonrisa de quien recupera algo que estaba hundido en alguna parte de su mente. Al final, la imagen de la espalda de Gastón se escabulló hacia la cocina y yo quedé sola entre los cuadros, los sillones verdes y la mesa del centro. Todo se veía tal como antes pero a la vez era nuevo para mí: ahora las cosas eran de tamaño real, no como en la adolescencia, cuando todo parecía más grande porque nos bastaba un rincón para dormir abrazados y sentíamos que el sillón tenía muchos metros de sobra. 
   En medio de esa examinación espacial, Gastón llegó con la pava largando vapor, la apoyó en la mesa y se sentó en el borde del sillón sin dejar de mirarme. Inmediatamente, le dio dos palmadas a uno de los almohadones que lo rodeaban y, aceptando esa invitación, presencié el ritual de siempre desde la primera fila: él volcó seis o siete cucharadas de yerba en el mate, lo tapó con una mano y lo batió cuidadosamente de un lado a otro. Cuando terminó, me mostró su palma blanca con el característico círculo de polvo en el centro antes de hacerlo desaparecer con un soplido. Después lo inclinó, dejó caer un poco de agua cerca del borde y hundió la bombilla que tres segundos más tarde quedó sumergida en un mar de palitos y burbujas. 
   Mientras Gastón tomaba el primer mate para verificar la temperatura del agua, yo lo miraba. El recipiente era distinto, con seguridad extranjero, compañero de noches de inspiración, charlas a la orilla del mar, horas posteriores al sexo, saludos de buenos días y todo un conjunto de hábitos adquiridos del otro lado del charco. Pensar en eso no dejaba de hacerme algo de ruido, pero él, el flaco, se veía bien, nervioso sí, pero animado e íntegro, alejado ya de la imagen del último día cuando me dijo: Cata, me tengo que ir, si me quedo un día más en esta casa me muero, y yo lo entendí porque había perdido a sus viejos de la noche a la mañana y las personas se lo recordaban la mayoría del tiempo, trataban de hacerle caricias en una herida que no paraba de sangrar y querían contenerlo en un abrazo rojo que terminaba manchándolo a él y a todos sus recuerdos: Tu vieja era la mujer más buena del planeta, y tu viejito Ernesto el más fiel de los bosteros, venite al club un día de estos, que la punta de la mesa quedó vacía, ese lugar ahora es tuyo, te das cuenta, Dios no existe, ¿cómo se los va a llevar a ellos?, justo a ellos, nene, no se puede creer… Así que sus viejos se fueron quién sabe a dónde y Gastón se fue a Uruguay, a recuperarse acompañado de la familia que tenía allá. Entretanto conoció a Ana y yo a Facundo, entonces todo se hizo un poco más tolerable, hasta que empezaron los desencuentros y los trámites para ese regreso inesperado que me encontraba otra vez frente a Gastón, que tenía la mano extendida hacia mí en un gesto de incomparable compañerismo. 
   Con el primer sorbo recuperé más canciones, más vivencias, más nostalgias. Me pregunté cómo era posible que detrás de un sabor se conservara la memoria, lista para asomar su cabeza en cualquier momento, así, sin aviso: de nuevo la juventud, la utopía intocable, los nacientes fervores, la sensación indescriptible de las primeras veces, las madrugadas que nos encontraron llorando o riendo juntos. Y al mismo tiempo el presente, estar ahí, diciendo que No, lo de Facundo no prosperó, Ana tenía otros planes, y es como dice Drexler: las cosas sólo son puras si uno las mira desde lejos, Ah, y Alejandra: alguna vez tal vez/ me iré sin quedarme/ me iré como quien se va, Precioso, Sí, ¿así que pintaste mucho allá?, Sí, la rambla de noche es una cosa que, pará que busco mi cuaderno para mostrarte, ¿y vos?, Yo escribí esto y aquello, Me alegro mucho, Yo también, una charla cualquiera hasta que de repente el vacío: volver a encontrarme en ese lugar, tenerlo a él delante de mí, el mismo él pero ya otro, ya alejado, ya ido, ya vuelto siendo un hombre diferente al que conocí, alguien compuesto por fragmentos de personas nuevas que desconozco, que no pertenecen a mi entorno, que lo cambiaron, que nos cambiaron. 
   Algo confundida le dije que tenía que irme, y él respondió ¿Pero ya, tan rápido?, Sí, es que… No, Cata, quedate un rato más, sólo un rato, hace tanto que no nos vemos, Lo sé pero, Pero nada, dale, caliento más agua. Entonces Bueno, me quedo, pero sólo un poco, ¿tenés un pucho?, Lo dejé, ¿vos volviste?, Sí, no quería pero sí, a veces no sirve de nada luchar contra las pulsiones, No, claro.
   El living también había anochecido cuando Gastón se acercó otra vez con la pava ardiente. Llegado ese momento fue más que evidente para mí que ya era tarde, que no valía la pena intentar resistirme al inevitable devenir de los hechos, que cualquier intento por mantener mis sentimientos ordenados en renglones blancos como en un diario íntimo era inútil. Esa era la vida real. Esa era yo y ese frente a mí era Gastón, igual o distinto pero Gastón, y yo Cata, Cata y Gastón, como hacía tantos años, los dos, tomando mates, con él volcando la yerba húmeda y remplazándola por otra seca, batiendo de nuevo, el círculo de polvo, el mate de costado, el agua cayendo en el borde, la bombilla, un suspiro y su voz diciendo Mirá si se pudiera recuperar todo así de fácil… 
   Una vez más el vacío, un golpe en el pecho, un charco que nos separaba y ninguno intentaba cruzar, él allá y yo ahí, pensando qué habría querido decir con eso, qué otra cosa quería recuperar además del mate, qué podía contestar a ese balbuceo que había escuchado sin interferencias, pero nada, sólo recibí ese mar verde y transportable, sentí el calor entre mis manos y lo tomé, claro que amargo porque para dulce está la vida, eso dijo él y yo asentí sin saber muy bien por qué, y así fuimos y volvimos, sólo separados por el mate, sabiendo que si se caía o se resbalaba volveríamos a rozarnos con los dedos calientes, con las manos tibias, pero no, estábamos siendo muy cuidadosos, nada de provocaciones, sólo-un-mate que de repente se detuvo en su mano. No volvió. ¿No hay para uno más? le pregunté, y él me miró serio, suave, en pausa. Alcanzó a murmurar que no, que no había más y se quebró, ya no hay más –repitió-, sostenía el frasquito con bombilla y lloraba porque se había quedado sin, no había más, y lloraba como a los quince, sin soltar el mate, no quería quedarse con las manos vacías, pero yo me acerqué y se lo saqué, dejé el mate en el suelo y lo abracé, crucé el charco, me embarré los pies para abrazarlo y resurgió en él el abrazo manchado de sangre de cuando se fue, ese que creyó haber limpiado al cruzar el agua, cuando se hundió en el mar, cuando llenó una y otra vez el mate que en ese momento descansaba aliviado cerca de nuestros pies, porque él era sólo un mate, una excusa, un pretexto, y al final fue el abrazo sucio el que lo limpió, y lo enjuagó tanto que me habló temblando, mojándome el hombro y el pelo con sus lágrimas, y me dijo que en ese tiempo había visto su vida como una foto a contraluz, que las siluetas de la gente que quería se habían vuelto frías y negras, que a nada le temía más que al dolor de volver a sentir la pérdida, porque perdió, siente que perdió y está preocupado, porque Facundo y yo, todo este tiempo, y él que se fue y no se animó a llamar antes para escucharme, para decirme, para preguntarme qué queda, qué somos nosotros ahora, no se atrevió porque otra vez el dolor, pero yo lo separé de mí y, sintiendo el amargor del último sorbo, le dije que no, que otra vez el dolor no, que algo quedó, que nosotros… nosotros… nosotros dos… somos los que no pudieron odiarse.


pido

Pido aire
Pido el entusiasmo de cuando lo veo llegar
Pido tus manos
Pido dos fuerzas que no se anulen recíprocamente
Pido esa voz
Pido coraje
Pido guerra
Pido sus huellas digitales grabadas en mi pelo
Pido el amor de mis amigas
Pido fuego
Pido una visión diferente
Pido el eco de nuestro Hola
Pido asistencia
Pido dejar de eternizar amores
Pido poder caminar tranquila por la calle
Pido paz
Pido un abrazo de aeropuerto
Pido lluvia
Pido que nada malo le pase
Pido palabras
Pido la ciudad que corre
Pido luz cálida
Pido los ojos de otros
Pido flores
Pido tan solo dos minutos
Pido los pies en el pasto
Pido cartas
Pido que no se quiebre la tensión
Pido despertarme a tiempo
Pido que esa impresión sea alguien que viene de verdad
Pido agua
Pido que nunca nos vayamos de nosotros
Pido infancia
Pido un párrafo para subrayar
Pido grandes ventanas
Pido el sol
Pido un mensaje sorpresa
Pido postre
Pido cualquier silencio menos el suyo
Pido bolsillos
Pido disculpas
Pido música para lo inexpresable
Pido fotos
Pido el talento que veo en los demás
Pido paciencia
Pido que me dejen sola
Pido esa voz
Pido una forma de sobrevivir
Pido París
Pido sombra
Pido no volver a ser presa del destiempo
Pido un corazón ardiente
Pido las sierras
Pido el canto de los pájaros
Pido instrucciones
Pido la risa de mi familia
Pido que el último beso sea mentira
Pido lo pasado pisado
Pido la alegría de vivir en el descuido
Pido ir a verte
Pido no más incertidumbre
Pido una noche de tormenta
Pido tu mirada profunda
Pido el balcón o la terraza
Pido esa voz
Pido tregua.

incendio

Nos dijeron que estábamos los dos solos y
me besaste
ese instante lo tengo grabado
verte mojado en el reflejo
tu cara / todos los espejos

todavía suena la canción que cantamos
esa de la banda que se despidió en el dos mil nueve
los dos fuimos
entrada en mano
ingreso por Udaondo
y trece años después la arena
el aire de enero
las ansiadas letras rojas

Mi cara con la tuya: fuerza arrebatadora
que demanda esencia

desatamos un incendio en primavera
siguen derritiéndose las escaleras que
juntos subimos y bajamos.

nada y no

Un descuido y 
ya no se puede hacer nada 
ahora sí me voy a ir 
algún momento habrás visto 
el día de mañana era para que te lo lleves. 


No pienses en eso
estamos en la misma calle y no se nota porque 
                                                                                                 te vas. 


Sonó la alarma de las cosas que no nos gustan 
y te conté un poco de sueños pero no alcanzó. 


Empiezo a buscar algo que no se me olvide 
un rato más tarde 
y nada
Sólo ese encuentro que pareció el cielo 
y no por el color de los azulejos.

por última vez

Antes de que me olvide: yo era la chica que amaba
por última vez
estaba sentada en el piso
y pensé Tenés el olor que dejan las velas cuando se apagan
ya se acabó tu magia
fueron unos cuantos minutos de aplausos y gritos
las manos pasaron cerca pero
no tocaron el fuego
dos yemas presionaron el pabilo
quedó una mancha negra en los dedos

¿tus deseos se cumplieron?

en todas las esquinas donde me despedí llueve

y a veces me llama
del otro lado del tiempo
esa versión de mí
que la noche devoró.

oro

Hoy quiero dejar de llamarme Azul
dejar de ser profunda
dejar de buscar el aroma dulce

dejar de sentirme la única y frágil flor
que llevaba ese pibe en el subte

quiero ser la chica que besaste adelante de todos
volver a mi casa con tu olor en la piel
ver las marcas de tus manos en mi cuerpo
quiero dejar de ser el árbol que nos dio sombra
quiero ser los ojos que no pudieron parar de mirarnos
quiero el fuego, la velocidad
ser la chica que no necesita verse en el espejo
quiero la anécdota, la foto movida, la risa
quiero que vos tampoco te quedes con las ganas
quiero que nadie sepa mi nombre
quiero ser de oro

Quiero dejar de llamarme Azul
quiero decirte todo que sí
quiero servir dos copas
que no esperes
que nuestra urgencia las haga caer
quiero que seamos torpes
que no tengamos miedo
de movernos descalzos entre los vidrios rotos.

nudo

     En mis sábanas está tu piel hoy volví a perfumar todo como antes de que llegues como si nunca hubieras venido Soy fan de los aromas ¿por qué huís de lo que duele? ¿por qué yo me sumerjo y lo miro de cerca? ¿no fumarías un cigarrillo acá, ahora? te presto los puños de mi campera para que calientes tus manos Esta ciudad estaba libre de vos y ahora te tiene ahora te tengo en estas calles que nunca me gustaron ¿lo escuchás? llora detrás de la puerta, va a pasar así toda la tarde, yo también voy a llorar, ya sabés que voy a llorar. No puedo evitar pensar en la muerte es una calcomanía que deja restos para siempre no puedo despegármela ni aunque me bañe con agua hirviendo y me refriegue contra la corteza de los árboles está ahí detrás de mis ojos y todos la ven. no se puede ocultar que enterraste a alguien. decís que la tumba muestra y oculta ¿qué muestra y oculta tu voz? la conozco como si me hubieras hablado al oído al principio te quise por un gesto, te reías como el chico que me rompió el corazón y yo extrañaba tanto su risa me ahogo ¿ves que te entiendo? yo también tengo un nudo en la garganta. 

dolores

Tus lunares son poemas
nos vemos en el cielo
¿por dónde venís?

Una capa de tu piel
quedó en mis paredes
y me abraza siempre
hasta que salgo a la calle

mis poemas son dolores
¿te falta mucho?
yo llegué, está sonando
la música que nos gusta

¿querés una verdad atemporal?
en lugar de manos tengo glaciares
pero prefiero eso
a un corazón de hielo
¿no te arde tanto frío?

tal vez tengamos que disculparnos
con toda la humanidad
por los desastres que causamos
cuando estamos lejos

tus dolores son lunares
yo preparé el desayuno ayer,
hoy te toca a vos
explicar por qué nos vamos.

valle

Un valle (del latín vallis) es una llanura entre montañas o alturas, una depresión de la superficie terrestre entre dos vertientes, que conforma una cuenca hidrográfica en cuyo fondo se aloja un curso fluvial.

Nos acostamos en las piedras y vimos todo al revés.
Al revés sería que yo me voy y vos te quedás
vos escribís
vos pensás melancólicamente en el pasado.

¿Este arroyo se alimenta
de las lágrimas de las personas
a las que les robaron la ilusión?

Hay que ir a la raíz del síntoma. Algo está desconectado. Claro que llorás, porque te acordás. El cuerpo.
Las piernas. Voy a tener estas piernas por el resto de mi vida, les pido que resistan.
Llegamos a Pueblo Escondido.

¿En la altura el desamor duele mas o menos?

En lugar de corazón tengo un valle
que respira.

ruidos

Me despertaron los ruidos
que hicieron al cerrarse
las puertas
de una casa demolida 
hace más de diez años

palpé sus paredes quebradizas
de noche recorrí los cuartos
odié su humedad, su polvo
sus montones de asuntos no resueltos 

a oscuras subí al techo
vi la luna, las estrellas
las luces de un lugar
que sólo escucha gritos

ellos nos vieron
nos escucharon
supieron quiénes éramos
por nuestra manera de habitar el tiempo

nosotros jamás los miramos
a los ojos, el último brindis
fue el único y el mejor

quedaron vacías las copas
deshabitado el hogar

me despertaron los ruidos, amor
rompí los vidrios
de las ventanas que nunca abrías.

crimen

¿Vos que querés?
que no me quites el sol
desearía ser él para caer de lleno en tu cuerpo
nunca imaginé que iba a vivir otra en mí
esta versión tan
pervertida: una conducta que se considera fuera de lo normal
¿qué les vas a decir a tus amigos cuando te vean llegando conmigo?
MUY FRÁGIL. TRÁTESE CON CUIDADO
son segundos los kilómetros
puedo llenarlos con las canciones que suenan
en la radio Aspen
tengo una sensación nueva
una fiebre de amor que no espera
siempre viajo por una autopista
es de noche
y hay luces que nunca se apagan
te prometo: ya nos quemamos
¿sentís?

ni cómo

Dijiste se acabaron los besos para siempre
Dije fue como esas canciones que duran demasiado poco para lo lindas que son
Dijiste te lo digo porque te quiero
Dije ¿cómo hacés vos para olvidarte de lo que te dolió?
Dijiste te estoy pidiendo perdón
Dije fue mi error
Dijiste ¿querés venir a ver un recital de jazz?
Dije llegué bien
Dijiste para leer a Borges tenés que tener todos los chakras alineados
Dije ¿qué más nos podemos pedir?
Dijiste el abrazo de ayer me renovó las energías
Dije quiero quedarme viéndolo como si fuera una película
Dijiste yo quiero estar alrededor tuyo
Dije si venís y no me encontrás andá a la montaña
Dijiste soñé con vos
Dije soñé que tenía un perrito chiquitito y hermoso pero nos decían que no iba a vivir mucho más, se llamaba Spanky o algo así y yo no lo quería soltar para que no se fuera
Dijiste te extraño un montón
Dije sólo quiero caminar para ver paisajes
Dijiste somos cebados y amamos a Julio
Dije qué lindo decís amor
Dijiste sos un diamante en bruto
Dije vos lo decís porque sos mi amiga
Dijiste podría vivir con vos
Dije ¿te imaginás?
Dijiste por un segundo tuve la sensación de que éramos novios
Dije ¿puedo confesarte algo pero después hacer como si nada?
Dijiste te di besos hasta en la frente
Dije estoy en una
Dijiste sos poesía en estado puro
Dije cada una de mis palabras encarna la verdad
Dijiste ¿escuchaste la canción que te pasé ayer?
Dije no me acuerdo de tu perfume
Dijiste esto es de nosotros dos, es nuestro mundo
Dije ¿me contás algo? Quiero escucharte
Dijiste ¿estás lista para morir de amor?
Dije estaba leyéndole un cuento a mi viejo
Dijiste algo mágico sucedió
Dije ¿está la luz prendida donde vos estás?
Dijiste a vos te afecta mucho un desencuentro
Dije ¿te asusta el mar?
Dijiste te siento mi familia
Dije amo las fotos porque por un segundo veo lo mismo que vos
Dijiste ¿te sentís mejor?
Dije no hubiera podido sin mis amigas
Dijiste me acordé que a vos te gustan las casas y les prestás atención
Dije estoy hablando de astrología con mi mamá
Dijiste ¿de verdad no me vas a esperar?
Dije gracias por cantarme, me hizo bien
Dijiste si querés que vaya decime
Dije no te olvides
Dijiste de vos nunca
Dije pienso mucho en la memoria
Dijiste Maga, ¿estás?
Dije creo que sí, pero no sé dónde.

cerezas

Me llevo una cereza a la boca
roza mis labios, la cubro
de calor y saliva
me quedo con la ramita entre los dedos
la quiebro al diome
miro el reloj
y juro en voz alta
sin dejar de mirarte
que lucharía contra todos los rayos
por seis minutos más
de tacto ininterrumpido

mientras saboreo pienso que la fruta
fue ayer tu espalda
una gran pampa que podía transitar
siendo bárbara o civilizada
que recorrí siendo las dos
que usé como escudo para dormir
un escudo amplio
pero liviano
que no me costó cargar

vos mirás las figuras que dibuja
el humo sobre nuestras cabezas
notamos cómo la lluvia se asoma
por debajo de la puerta
decís que hasta ella quiere entrar
y ser testigo
de cómo funcionan los imanes de las pieles
yo remato con un perfecto triple al vaso
el carozo contra el vidrio suena
como una campanada
los dos sonreímos:
en esta iglesia no existen las cruces.

restos

En la sábana quedaron restos
hojas ya marrones
que bordadas con tu delicadeza
podrían haberse transformado
en una fascinante y peligrosa mística

las veo ahora y no son más
que porciones
migas
de un tiempo que supimos perfecto

estamos
a dos kilómetros de agosto
sin embargo mi piel
no siente frío

entre la cama y la pared
merodeás todavía
se abre en el aire un espacio
que tiene tu aliento y tu olor

te nombra aún el silencio
brota de él una parte de vos
que se acuesta cerca de mí
y me mira.

ambiciones

 Ansío que el viento
brújula impredecible
me deposite en una pausa
donde el murmullo ciudadano
se aquiete
desde el amanecer

Sueño con levitar
en un área
libre de huellas
donde los árboles susurren
verdades ancestrales y desoídas

Anhelo ser pétalo
de flor silvestre
acariciado por el sol
en un instante
que no figure
en los mapas

Quiero permanecer
ahí
donde el agua caiga
suave
y no haya nacido nadie
que me queme
con el fuego
de tu nombre.

abril

 Un abril agazapado
da sus primeros pasos
en medio de aves irreales
espero a alguien fugitivo
¿qué es el humano
sin contacto?

Hay espejos que reflejan
lo íntimo
los demás
se oscurecen de noche
cuando nadie los mira
¿qué mostrará
la sombra
que observemos de frente?

El nombre,
esa entrada
a la existencia.
Los finales históricos
nunca serán leídos
¿qué vuela
fuera
de la memoria?

Hay un mundo que duerme
en mi cama
percibo una voz sin boca, sin dientes, sin lengua
¿qué se gesta
detrás
de los ojos?

Nace un nuevo día
hay temblores
que quiebran
el alma
¿qué es un puente,
más que esperanza?

equipo

Nosotros nos besamos en la cara
del luto y la desolación
corrimos una carrera contra el tiempo
y fuimos más veloces que él
durante años
cantamos la misma canción
la primera y todas las veces que quisimos
que fueran la última
delineamos con pasos
la ciudad entera
y jugamos
a escondernos de las obligaciones
detrás de las cortinas de la mirada,
el sudor
y los abrazos.
Nosotros creamos
rompimos
y reescribimos
nuestras propias reglas
nos contamos secretos en silencio
nos aprendimos de memoria
los rincones inexplorados
los dolorosos
los apacibles
y los inciertos
esos
en los que nos sumergimos
cada vez que comprobamos
que no hay diluvio
que apague la lumbre
que generamos
cuando supimos
estar ahí
cada vez
que se nos apagaba
el cuerpo
p o r    d e n t r o.

ata

 Desgarro mi dolor en frases
conformo con palabras un refugio
dentro del cual me escondo
del mundo
el mundo en el que me escondo
es un refugio de las frases
que conforman mi dolor
y me desgarran

ninguna cáscara me protege
del fuego de los ladrillos
mi dolor duele el doble
de lo que debería
mi calor calma la mitad
de lo que quema
soy puro latido rosa
rozo pura los latidos
del tiempo

intento enhebrar el tiempo
en una aguja
que no rima
con tu mentira
tu mentira rima
con la aguja del tiempo
que me enhebra sin esfuerzo

sin esfuerzo asisto
al invierno feroz
que deja la ausencia
de tu voz entrecortada
entrecortada
y feroz
asisto a la ausencia
del invierno
sin vos.

julio

 Tú también sabes lo que hay en mi mano cuando escribo
Un sinfín de fragmentos que guardo
en mi memoria bajo llave
el dolor de saberte vivo en un mundo
que te dejó morir en febrero
éste irónico anacronismo
desde el que te escribo para decirte
hola
te encontré y supe que me buscaste
por la pregunta que te hiciste aquel día
la pregunta que depositaste en la boca de alguien más
y que leyeron tantos ojos
la pregunta que hubiera querido que contestaras
a tiempo

Hola,
nuestro diálogo interminable
e intempestivo
me deja siempre frente a un lago
que me devuelve
esta imagen en primer plano
un autorretrato detallado en mayúsculas
cómo-puede-ser
si cuando yo vos ya no
si sólo quedaba tu sombra

Hola,
creo que mis huecos
son los nidos
de tus pájaros
eso explica cada vez que
ay, ese poema ese cuento
un pulóver azul
que en lugar de quitarme el aire
me lo da
qué alivio qué fortuna qué alegría
¿cómo puedo agradecerte
por estas nubes,
por este jazz,
por este café con leche?

No hay forma,
ya te escapás otra vez al cielo,
ya me dejás de nuevo
aunque más íntegra
más convencida de que todo
el tiempo que existió
antes de nuestro abrazo
estuve yendo a encontrarme
con ésta que soy.

guerra

 De fondo suena
una canción
y otra
y otra
y otra

Yo te espero mientras vos caminás
pensándome
hablándome
besándome

Yo te veo y escuchamos la misma melodía
pensándonos
hablándonos
besándonos

De fondo suena
una bocina
y otra
y otra
y otra

Yo te sueño y alcanzamos el mismo sol
moviéndonos
riéndonos
diciéndonos

Yo te escribo mientras vos me mirás
moviéndome
riéndome
diciéndote:
con vos
siento que estoy
en una guerra de cosquillas
que no lastiman.

terror

Quise enterrarme
dejar de ocupar este metro setenta
darle mi lugar a un árbol
una cascada
una montaña diminuta
cualquier cosa que no tuviera recuerdos

Quise nacer y morir cada día
vivir en una perpetua infancia

Quise que el vacío rebalsara mi cuerpo y
alcanzara mi biblioteca, mis cajones
mis zapatillas
mi cama
quise fugarme descalza sin nada que trajera consigo memorias
quise dejar de vestir colores que evocaran sentimientos
olvidarme de todas las palabras que aprendí
no volver a dormir jamás

Tuve terror de soñar

Quise convertirme en algo que no pudiera ser destrozado
renacer en una forma sin alma
no cargar con la espectral compañía del amor
quise tanto que
al final
no quise ser nada
más que aire.

planos

Quién sabe si lo hubiéramos conseguido
si después del último beso
te hubiese dicho esperá
quedate

pero en cambio, no
te acompaño
aunque conocés bien el camino
por todos los meses que volviste
a vivir en mi cama

que tengas buen viaje, be
ni siquiera me quedo viendo tu espalda
eso sólo una vez
inolvidable
ahora adiós y dónde dejé las llaves

ya debés estar en la avenida
perdiendo cenizas
con el calor acercándose cada vez más a tus dedos
dándote cuenta de tantas cosas
tarde
como de costumbre

yo me desvisto y pienso
ya no recuerdo tu voz
cómo era
cómo era

después de eso
caigo rendida en el sueño
se pone en pausa la despedida

desde un plano diferente
soltás el cigarrillo que prendiste sin ganas
levantás la vista y ves a un perro
que se detiene a mitad de la calle
y te mira ilusionado
mientras vos decidís que no
que aunque puedas
no querés
acariciarlo sin mí.

atardecer

Te pienso en el agua
en cada hoja suave que roza mi pelo
en el arroyo que intento vanamente contener

Creo que acá te volverías pájaro
verías tu sonrisa reflejada en el espejo frío
podrías respirar debajo del agua,
en ese mundo filoso y resbaladizo
que sólo alcanzan unos pocos

Te busco en la sierra
que me observa incansablemente
a través de los días
haciéndome creer que soy yo
la que la veo cada vez
mostrándose ante mí
con y sin nubes
con y sin sombra

Me pregunto de qué color se pondrá
cuando te vea
cómo hará para ganarse
tu mirada
para compartirla
con el sol,
con la luna,
conmigo

Te encuentro en la calma tibia
que se esconde entre los árboles
a la hora en la que el sol
empieza a cerrar los ojos
y el cielo se tiñe
de rojo,
de naranja,
de amarillo,
de vos.

vacía

Subo las escaleras en puntas de pie
me baño desnuda, plana, hueca
no peso nada
no tengo nada

Veo una mosca que intenta escapar
no la ahuyento, no la atiendo
no oigo su zumbido
no escucho nada

Vuelvo y voy, tomo apuntes, sonrío
acá andamos en bicicleta o en alas
no noto las esquinas
no freno en las esquinas

Siempre derecho o hacia el costado
una vez, despistada
hoy, vacía
mañana, vendada

No siento nada
no tengo nada más que
veinte dedos, dos ojos, un par de orejas y
una boca que balbucea, pero no te nombra.

a media voz

Te acordás de
sí y esa vez en
me encantó
fue mi idea
lo mejor fue cuando
y anochecía
pero no hacía
no, al contrario
había flores violetas
y pájaros
y la otra
una locura
vos querías

después nos fuimos
para mí se dieron cuenta 
por las sonrisas.

burbujas

 Te escucho hablar
desde abajo del agua
mientras tanto
veo el cielo y pienso
cuánto nos perdemos
por no saber mirar

en lo que decís
sólo escucho burbujas

sin embargo sucede
que el cielo es el mismo
en todas partes:
en realidad estábamos en la orilla
de un arroyo angosto
y poco profundo

entonces salgo
dejo de mirar el cielo
veo las gotas pegadas a mi piel
y me voy marcando el suelo
preguntándome a cada paso
si la huella que dejaste en mí
va a borrarse tan rápido
como éstas que ya seca el sol.

buzón

 Te llamo para avisarte que me voy
dejé un té humeante sobre la mesa
y tu disco favorito sonando

No despertaste para despedirme
y escribí una carta que nunca vas a leer,
por eso te llamo.

Te llamo para avisarte que me voy
hay que darle de comer a la gata
y regar las plantas con sol

Me fui, amor,
ya camino por la calle
oliendo la primavera
y saboreando este capítulo agridulce.

Te llamo para avisarte que me fui
no me esperes a comer
no me esperes a dormir
no me esperes para amar

Te llamo para avisarte que me fui
y que ya no vuelvo.


everest

Tu nombre
está a ocho mil ochocientos cuarenta y ocho metros
sobre el nivel del mar

si intento escalarlo
me apuno
y si levanto la vista
veo que siempre falta
un poco más

Cuando por fin arribo
a tu inicial en mayúscula
esa puerta
a tu laberinto nocturno
me pierdo en él
pisando vidrios rotos,
cristales negros
que lastiman mis pies

sin embargo sigo
y sangrando
llego a la segunda letra
mareada
procuro treparla
pero
es alta
muy alta
y siempre falta
un poco más

el viento me lleva
a la tercera
y me trae
devuelta

hay rejas a los lados
de tu nombre cárcel

alcanzo arrodillada
el próximo grafema
ya sin oxígeno
ya sin piel
con la carne
y los huesos
a la vista
y veo que
siempre
falta
un poco
más

entonces
por fin
desisto:

ya no quiero
plantar mi bandera
en la cima
de tu nombre.

la retirada inevitable


Hoy volviste
y confesaste que cuando hablás de Cortázar pensás en mí.
Desde el silencio, yo
hago lo posible por recuperar la calma
que vos interrumpiste

para eso
recurro a mi método infalible:
escribo todo en un papel
con el que formo un barco
que suelto en la marea del tiempo
y observo desde la orilla
hasta perderlo de vista

En esa hoja apunto
que lo que decís
es un honor
y un dolor
que duele como duele saber
que nuestra casa soñada va a ser reemplaza por otras
en las que no habrá música
ni besos
ni flores

También, aprovecho para revelar
que me pregunto si existirá la forma
de introducirme en tus sueños
de filtrarme en esas horas misteriosas
en las que hundís el cigarrillo en el cenicero
acariciás a tu gato por última vez en el día
apagás la luz
y te entregás
abatido
a los mensajes inexplicables de la noche
y que intuyo que si encontrara el modo de entrar
te susurraría que te admiro
que me acuerdo siempre de tu voz
y que quise decirte te quiero
cuando disparaste me voy,
es una falta de respeto jugar sin dama,
te estoy dando la victoria anticipada
pero es sólo el barco de papel el que se entera
que en vez de responderte sé que sos la sombra
y no quiero gustarte así, lejana
hubiera querido anunciarte
que estaba enamorada de vos


Reconozco, a continuación
que guardo las palabras
que anotaste antes del destierro
porque a través de ellas recibo
una porción de tu boca
una caricia de tus manos
y que a veces
cuando no puedo dormir
imagino que camino
por una calle perdida de Uruguay
y leo tu nombre
en la tapa de un libro que me mira
desde la vidriera de una librería
e ingreso, tímida
a comprarlo
y pido que me lo entreguen sin envolver
porque de esa manera puedo tenerte más rápido
cerca de mí

fantaseo, además
que salgo a la vereda con tu libro entre las manos
y que en la solapa veo
una foto tuya
después de tantos años
tu cara
tu biografía
otros títulos publicados
y de nuevo yo creyendo
que tal vez relatás
algo simple que vivimos
y lo volvés especial
como vos sabés
sin embargo, en ese punto
mi imaginación se detiene
porque en realidad tengo terror
de leerte para buscarme
y no encontrarme

Por último, uso los renglones que quedan
para admitir que hay una escena futura
por la que lloro
igual que llora el patio que no disfrutamos juntos:
el momento en el que le cuentes a tu hija
la del nombre suave
que en tu juventud hubo una mujer
que escribía poesías
cuando no se animaba a hablar
que te regaló Todos los fuegos el fuego
y se alejó de tu vida
sin llevarse la última pieza que conservabas
de tu primer ajedrez
y fue una despedida incompleta
un puñal para dos
quizás entonces
tu voz también se quiebre
pero la anécdota te sirva
para explicarle
que la vida tiene esas muertes
que te enseñan
que morir es mirar otro paisaje
es casi así
casi así
casi azul.