jueves, 20 de febrero de 2025
fantasía
maravilla
roble
enorme
hechizo
sl
martes
óxido
distancia
otra
caída
ruidos
combate
despedida
esa mañana vi la foto de un atardecer que no esperaste conmigo, me contaste dónde era y con quién estabas, nos miramos sabiendo que habíamos tenido toda una vida antes de nosotros y que íbamos a tenerla después, aunque no quisiéramos que llegara nunca esa despedida. vos sabías que yo tenía que irme en dos o tres años, que era tiempo suficiente para darnos lo que teníamos que darnos, esas risas, esas caminatas, esos silencios cómodos en los que nos encantaba descansar. si algo habíamos aprendido era eso: todo lo que teníamos era un tiempo que pasaba demasiado rápido y nos dejaba esperando la próxima semana, ya no queríamos sábados ni domingos, ni siquiera queríamos el viernes, solamente esos tres días en los que podíamos recuperar los años perdidos. y era lindo escucharte entrar, adivinar tus movimientos y mirar para abajo antes de que llegaras solo para autoregalarme ese momento de levantar la vista y verte ahí, asomado detrás de los cuadraditos de la puerta, era lindo porque lo intentabas, porque venías y dejabas tus cosas en la mesa como si fuera toda tuya, y eso hizo que lo fuera, que te la ganaras con los meses, como te ganaste el visto bueno de los demás, mis confesiones más avergonzantes, esas esperas a la sombra y todos los poemas.
orilla
soñada
28
terraza
ida y vuelta
pido
incendio
nada y no
Un descuido y
ya no se puede hacer nada
ahora sí me voy a ir
algún momento habrás visto
el día de mañana era para que te lo lleves.
No pienses en eso
estamos en la misma calle y no se nota porque
te vas.
Sonó la alarma de las cosas que no nos gustan
y te conté un poco de sueños pero no alcanzó.
Empiezo a buscar algo que no se me olvide
un rato más tarde
y nada
Sólo ese encuentro que pareció el cielo
y no por el color de los azulejos.
por última vez
oro
nudo
dolores
valle
ruidos
crimen
ni cómo
cerezas
restos
ambiciones
abril
equipo
del luto y la desolación
corrimos una carrera contra el tiempo
y fuimos más veloces que él
durante años
cantamos la misma canción
la primera y todas las veces que quisimos
que fueran la última
delineamos con pasos
la ciudad entera
y jugamos
a escondernos de las obligaciones
detrás de las cortinas de la mirada,
el sudor
y los abrazos.
Nosotros creamos
rompimos
y reescribimos
nuestras propias reglas
nos contamos secretos en silencio
nos aprendimos de memoria
los rincones inexplorados
los dolorosos
los apacibles
y los inciertos
esos
en los que nos sumergimos
cada vez que comprobamos
que no hay diluvio
que apague la lumbre
que generamos
cuando supimos
estar ahí
cada vez
que se nos apagaba
el cuerpo
p o r d e n t r o.
ata
conformo con palabras un refugio
dentro del cual me escondo
del mundo
el mundo en el que me escondo
es un refugio de las frases
que conforman mi dolor
y me desgarran
ninguna cáscara me protege
del fuego de los ladrillos
mi dolor duele el doble
de lo que debería
mi calor calma la mitad
de lo que quema
soy puro latido rosa
rozo pura los latidos
del tiempo
intento enhebrar el tiempo
en una aguja
que no rima
con tu mentira
tu mentira rima
con la aguja del tiempo
que me enhebra sin esfuerzo
sin esfuerzo asisto
al invierno feroz
que deja la ausencia
de tu voz entrecortada
entrecortada
y feroz
asisto a la ausencia
del invierno
sin vos.
julio
Un sinfín de fragmentos que guardo
en mi memoria bajo llave
el dolor de saberte vivo en un mundo
que te dejó morir en febrero
éste irónico anacronismo
desde el que te escribo para decirte
hola
te encontré y supe que me buscaste
por la pregunta que te hiciste aquel día
la pregunta que depositaste en la boca de alguien más
y que leyeron tantos ojos
la pregunta que hubiera querido que contestaras
a tiempo
Hola,
nuestro diálogo interminable
e intempestivo
me deja siempre frente a un lago
que me devuelve
esta imagen en primer plano
un autorretrato detallado en mayúsculas
cómo-puede-ser
si cuando yo vos ya no
si sólo quedaba tu sombra
creo que mis huecos
son los nidos
de tus pájaros
eso explica cada vez que
ay, ese poema ese cuento
un pulóver azul
que en lugar de quitarme el aire
me lo da
qué alivio qué fortuna qué alegría
¿cómo puedo agradecerte
por estas nubes,
por este jazz,
por este café con leche?
ya te escapás otra vez al cielo,
ya me dejás de nuevo
aunque más íntegra
más convencida de que todo
el tiempo que existió
antes de nuestro abrazo
estuve yendo a encontrarme
con ésta que soy.
guerra
una canción
y otra
y otra
y otra
Yo te espero mientras vos caminás
pensándome
hablándome
besándome
Yo te veo y escuchamos la misma melodía
pensándonos
hablándonos
besándonos
De fondo suena
una bocina
y otra
y otra
y otra
Yo te sueño y alcanzamos el mismo sol
moviéndonos
riéndonos
diciéndonos
Yo te escribo mientras vos me mirás
moviéndome
riéndome
diciéndote:
con vos
siento que estoy
en una guerra de cosquillas
que no lastiman.
terror
dejar de ocupar este metro setenta
darle mi lugar a un árbol
una cascada
una montaña diminuta
Quise nacer y morir cada día
vivir en una perpetua infancia
Quise que el vacío rebalsara mi cuerpo y
alcanzara mi biblioteca, mis cajones
mis zapatillas
mi cama
quise fugarme descalza sin nada que trajera consigo memorias
quise dejar de vestir colores que evocaran sentimientos
olvidarme de todas las palabras que aprendí
no volver a dormir jamás
Tuve terror de soñar
renacer en una forma sin alma
no cargar con la espectral compañía del amor
quise tanto que
al final
no quise ser nada
más que aire.
planos
si después del último beso
te hubiese dicho esperá
quedate
pero en cambio, no
te acompaño
aunque conocés bien el camino
por todos los meses que volviste
a vivir en mi cama
que tengas buen viaje, be
ni siquiera me quedo viendo tu espalda
eso sólo una vez
inolvidable
ahora adiós y dónde dejé las llaves
ya debés estar en la avenida
perdiendo cenizas
con el calor acercándose cada vez más a tus dedos
dándote cuenta de tantas cosas
tarde
como de costumbre
yo me desvisto y pienso
ya no recuerdo tu voz
cómo era
cómo era
después de eso
caigo rendida en el sueño
se pone en pausa la despedida
desde un plano diferente
soltás el cigarrillo que prendiste sin ganas
levantás la vista y ves a un perro
que se detiene a mitad de la calle
y te mira ilusionado
mientras vos decidís que no
que aunque puedas
no querés
acariciarlo sin mí.
atardecer
en cada hoja suave que roza mi pelo
en el arroyo que intento vanamente contener
Creo que acá te volverías pájaro
verías tu sonrisa reflejada en el espejo frío
podrías respirar debajo del agua,
en ese mundo filoso y resbaladizo
que sólo alcanzan unos pocos
Te busco en la sierra
que me observa incansablemente
a través de los días
haciéndome creer que soy yo
la que la veo cada vez
mostrándose ante mí
con y sin nubes
con y sin sombra
Me pregunto de qué color se pondrá
cuando te vea
cómo hará para ganarse
tu mirada
para compartirla
con el sol,
con la luna,
conmigo
Te encuentro en la calma tibia
que se esconde entre los árboles
a la hora en la que el sol
empieza a cerrar los ojos
y el cielo se tiñe
de rojo,
de naranja,
de amarillo,
de vos.
vacía
me baño desnuda, plana, hueca
no peso nada
no tengo nada
Veo una mosca que intenta escapar
no la ahuyento, no la atiendo
no oigo su zumbido
no escucho nada
Vuelvo y voy, tomo apuntes, sonrío
acá andamos en bicicleta o en alas
no noto las esquinas
no freno en las esquinas
Siempre derecho o hacia el costado
una vez, despistada
hoy, vacía
mañana, vendada
No siento nada
no tengo nada más que
veinte dedos, dos ojos, un par de orejas y
una boca que balbucea, pero no te nombra.
a media voz
sí y esa vez en
me encantó
fue mi idea
lo mejor fue cuando
y anochecía
pero no hacía
no, al contrario
había flores violetas
y pájaros
y la otra
una locura
vos querías
sí
después nos fuimos
para mí se dieron cuenta
por las sonrisas.
burbujas
desde abajo del agua
mientras tanto
veo el cielo y pienso
cuánto nos perdemos
por no saber mirar
en lo que decís
sólo escucho burbujas
sin embargo sucede
que el cielo es el mismo
en todas partes:
en realidad estábamos en la orilla
de un arroyo angosto
y poco profundo
dejo de mirar el cielo
veo las gotas pegadas a mi piel
y me voy marcando el suelo
preguntándome a cada paso
si la huella que dejaste en mí
va a borrarse tan rápido
como éstas que ya seca el sol.
buzón
dejé un té humeante sobre la mesa
y tu disco favorito sonando
No despertaste para despedirme
y escribí una carta que nunca vas a leer,
por eso te llamo.
Te llamo para avisarte que me voy
hay que darle de comer a la gata
y regar las plantas con sol
Me fui, amor,
ya camino por la calle
oliendo la primavera
y saboreando este capítulo agridulce.
Te llamo para avisarte que me fui
no me esperes a comer
no me esperes a dormir
no me esperes para amar
Te llamo para avisarte que me fui
y que ya no vuelvo.
everest
está a ocho mil ochocientos cuarenta y ocho metros
sobre el nivel del mar
si intento escalarlo
me apuno
y si levanto la vista
veo que siempre falta
un poco más
Cuando por fin arribo
a tu inicial en mayúscula
esa puerta
a tu laberinto nocturno
me pierdo en él
pisando vidrios rotos,
cristales negros
que lastiman mis pies
sin embargo sigo
y sangrando
llego a la segunda letra
mareada
procuro treparla
pero
es alta
muy alta
y siempre falta
un poco más
el viento me lleva
a la tercera
y me trae
devuelta
de tu nombre cárcel
alcanzo arrodillada
el próximo grafema
ya sin oxígeno
ya sin piel
con la carne
y los huesos
a la vista
y veo que
siempre
falta
un poco
más
por fin
desisto:
plantar mi bandera
en la cima
de tu nombre.
la retirada inevitable
y confesaste que cuando hablás de Cortázar pensás en mí.
Desde el silencio, yo
hago lo posible por recuperar la calma
que vos interrumpiste
recurro a mi método infalible:
escribo todo en un papel
con el que formo un barco
que suelto en la marea del tiempo
y observo desde la orilla
hasta perderlo de vista
que lo que decís
es un honor
y un dolor
que duele como duele saber
que nuestra casa soñada va a ser reemplaza por otras
en las que no habrá música
ni besos
ni flores
que me pregunto si existirá la forma
de introducirme en tus sueños
de filtrarme en esas horas misteriosas
en las que hundís el cigarrillo en el cenicero
acariciás a tu gato por última vez en el día
apagás la luz
y te entregás
abatido
a los mensajes inexplicables de la noche
y que intuyo que si encontrara el modo de entrar
te susurraría que te admiro
que me acuerdo siempre de tu voz
y que quise decirte te quiero
cuando disparaste me voy,
es una falta de respeto jugar sin dama,
te estoy dando la victoria anticipada
pero es sólo el barco de papel el que se entera
que en vez de responderte sé que sos la sombra
y no quiero gustarte así, lejana
hubiera querido anunciarte
que estaba enamorada de vos
que guardo las palabras
que anotaste antes del destierro
porque a través de ellas recibo
una porción de tu boca
una caricia de tus manos
y que a veces
cuando no puedo dormir
imagino que camino
por una calle perdida de Uruguay
y leo tu nombre
en la tapa de un libro que me mira
desde la vidriera de una librería
e ingreso, tímida
a comprarlo
y pido que me lo entreguen sin envolver
porque de esa manera puedo tenerte más rápido
cerca de mí
que salgo a la vereda con tu libro entre las manos
y que en la solapa veo
una foto tuya
después de tantos años
tu cara
tu biografía
otros títulos publicados
y de nuevo yo creyendo
que tal vez relatás
algo simple que vivimos
y lo volvés especial
como vos sabés
sin embargo, en ese punto
mi imaginación se detiene
porque en realidad tengo terror
de leerte para buscarme
y no encontrarme
para admitir que hay una escena futura
por la que lloro
igual que llora el patio que no disfrutamos juntos:
el momento en el que le cuentes a tu hija
la del nombre suave
que en tu juventud hubo una mujer
que escribía poesías
cuando no se animaba a hablar
que te regaló Todos los fuegos el fuego
y se alejó de tu vida
sin llevarse la última pieza que conservabas
de tu primer ajedrez
y fue una despedida incompleta
un puñal para dos
tu voz también se quiebre
pero la anécdota te sirva
para explicarle
que la vida tiene esas muertes
que te enseñan
que morir es mirar otro paisaje
es casi así
casi así
casi azul.