La cara de Evita en ese bar, el otro con las sillas y las mesas que hay en las escuelas, ¿vos volverías a la secundaria?, una bruja que no llegué a ver, Si gana Milei perdemos todos, la santa rita que detuvo el sol mientras nos besábamos, los lugares a los que entramos buscando pabilos y parafina -teníamos el fuego para encender cualquier vela- la panadería de la esquina donde desayunamos, los pétalos de rosa la primera tarde, el diciembre en el que fuimos campeones, ese mismo día un poco más tarde salir de la habitación llena de espejos cantando Muchachos, la tormenta, tu silbido en plena calle, la canción de Los Piojos, querer quedarme, como siempre querer quedarme, tener que irme, caminar sin saber por dónde, recorrer Avenida Corrientes con un taxista que me dice No hay que tener miedo, no tener miedo, el puente verde, vos yéndote solo entre un montón de ojos, la calle Borges, una pastilla que me dejó efectos secundarios durante meses, flores, sahumerios, el hombre dormido frente a mí y todo para que ahora vuelva tu mano, sólo tu mano desde lejos, sólo una y cerrada, entonces yo tener que abrirla, entonces yo dedo por dedo hasta ver los cinco extendidos y en el centro una flor violeta, eso me traés, una flor violeta que vi al borde del camino y sostuve con ternura, es hermosa sí, pero está seca, ¿no te da pena que esta porción de maravilla ya no desprenda luz?
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